Al igual que ocurría con el
oxígeno y el azufre, al selenio (Se) le quedan dos electrones para completar la Capa
de Valencia. Eso quiere decir que se juntará con cualquiera que se los ceda
(incluso se junta con elementos a los que cede 2, 4 ó incluso 6 electrones), lo
que significa que es muy reactivo, por lo que está muy mezclado con otros
compuestos. El hecho de no encontrarse puro en la naturaleza, sumado a que es
muy escaso, ha provocado, como imaginarás, que no supiésemos de su existencia
hasta hace poco.
Fue a principios del siglo XIX, y
el descubridor fue Jöns Jacob Berzelius, un sueco considerado como uno de
los padres de la química moderna (hablamos de él en la entrada sobre el silicio). Jöns descubrió el selenio examinando el rojizo residuo que
dejaba la pirita de la mina de Kopparberg. Lo que les interesaba de esa mina a
él y a sus socios era el azufre, porque en su laboratorio de Mariefred
fabricaban ácido sulfúrico con él. El caso es que la pirita (plomo y azufre) de
esa mina dejaba un residuo rojo que se creía que era arsénico con lo que, por
precaución, dejaron de utilizarla. Pero Berzelius y su socio, Johan Gottlieb
Gahn, sintieron curiosidad y decidieron investigar a ver qué era eso. Obtuvieron
unos pocos kilogramos de ese polvo rojizo y comprobaron que, efectivamente, no
era arsénico. Berzelius lo examinó detenidamente, y aunque al principio creyó
que era teluro (el elemento situado junto debajo del selenio en la TablaPeriódica y que se había descubierto recientemente), concluyó que en realidad
se trataba de un elemento desconocido. Era el año 1817 y lo llamó selenio
(selenio proviene de Selene, que es el nombre latino de la Luna. Lo hizo por
analogía con el teluro (el olor es similar), que se llama así por Tellus (la Tierra)).
Berzelius, como no podía ser de
otra manera, estudió concienzudamente el nuevo elemento, descubriendo sus propiedades.
Observó que, al igual que pasaba con el arsénico o el vanadio, por ejemplo, tiene varias formas
alotrópicas. Una de ellas es la que tenía entre manos, el selenio rojo, con su
estructura formada por anillos de ocho átomos de selenio. A parte del selenio
rojo, Berzelius obtuvo los otros dos estados alotrópicos: El selenio negro y el
selenio gris. El negro (obtenido tras fundir el rojo y enfriarlo) es inestable,
pero normalmente se suele cubrir con una capa del gris (enfriado más lentamente),
que es selenio cristalizado, que lo protege del exterior. El selenio gris, si
se pule, se vuelve de un tono metálico, lo que hizo pensar a Berzelius que se
trataba de un metal. (Aunque ya sabes que no es así). Cuando digo inestable,
que quede claro, me refiero a que dejándolo al aire libre el selenio enseguida
reacciona con los átomos de la atmósfera y se oxida.
Selenio gris. |
Otra de las propiedades del
selenio que “sufrió” Berzelius fue su toxicidad (Eso, por no hablar del mal
olor de muchos compuestos de selenio). Uno de sus compuestos, el seleniuro de
hidrógeno (H2Se) es muy tóxico. “Jugueteando” con los diferentes compuestos,
Berzelius respiró un poquitito de H2Se, lo que le provocó mareos y una especie
de reacción alérgica en la nariz y las fosas nasales que le duró varios días. Y
solo era una gotilla… en mayores condiciones puede resultar mortal.
Y así estuvimos 50 años sin saber
que hacer con ese semimetal tóxico y escaso… se empezaba a experimentar con él
como semiconductor y poquito más, hasta que llegó Willoughby Smith, un
ingeniero inglés especializado en cables submarinos. Smith tenía que diseñar
unos circuitos para comprobar el buen funcionamiento de los cables en el mar.
Utilizó, en una de las pruebas, un circuito con selenio y observó que bajo el
agua dejaba de funcionar. Estudió la razón y se dio cuenta que lo que le pasaba
es que la resistencia del selenio aumentaba al quitarle luz (bajo el agua, se
va perdiendo luz con la profundidad). Se abría un campo nuevo para juguetear en
la electrónica. Además es que no solo es que varíe la resistencia en función de
la luz sino que el selenio es capaz de generar un pequeño voltaje, con lo que
algunos de los circuitillos ¡no necesitan ni pilas! Uno de los inventos famosos
hechos con ese semiconductor sensible a la luz fue el fotófono de Alexander
Graham Bell, una especie de teléfono que funcionaba convirtiendo la voz en
pulsos luminosos. También se usó en diferentes circuitos fotosensibles para
fotografía.
Willoughby Smith |
Años después, ya en el siglo XX,
se descubrió que el selenio podía utilizarse para fabricar rectificadores
(transformadores alterna-continua) de mayor calidad. Se usó muchísimo en la
primera mitad del siglo pasado, pero eso también pasó a la historia. Llegó,
como sabes, el rey de los semiconductores, el silicio, y el selenio dejó de
utilizarse por escaso y por tóxico.
Hoy en día, el selenio se utiliza
(prácticamente nada, porque el silicio también tiene cualidades fotoeléctricas)
en células fotoeléctricas, fotovoltaicas, fotocopiadoras… etc. Mezclado con
plomo (seleniuro de plomo), también es usado en electrónica para la detección
de infrarrojos y en electrónica espacial, por aguantar muy bien las condiciones
en el espacio. Se utiliza en otros campos bastante dispares como pintar el
vidrio de color rojo (utilizando selenio rojo, claro, y siendo este, según
tengo entendido, su principal uso hoy en día), en cápsulas como complemento
dietético e incluso en ciertos champús, para prevenir la dermatitis seborreica,
porque mata al hongo que la provoca. Otro uso importante del selenio es para la producción de manganeso mediante electrólisis, utilizando dióxido de selenio (SeO2).
De casi todos los elementos
podemos encontrar algo en nuestro cuerpo, y el selenio no iba a ser una
excepción. El selenio forma parte de dos aminoácidos: la selenocisteína y la
selenometionina, entre otras cosas. Juega un papel fundamental en el
funcionamiento de la glándula tiroides. Además, debido a su poder reductor, nos
protege del oxígeno. La falta de selenio en los pacientes de sida es un
indicativo preciso de su muerte.
Por otro lado, un exceso de
selenio en nuestro cuerpo produciría selenosis. El selenio sustituye al azufre
en la metionina, que pasa a ser selenometionina, que un poco no pasa nada, pero
mucho ya nos generaría problemas, ya que entra a formar parte de algunos
aminoácidos que generarán fallos en las proteínas que formen. Los rancheros lo
saben, ya que existe una planta llamada astrágalo, de la familia de las
leguminosas, a la cual las vacas de vuelven adictas. La llaman locoweed y provoca
mareos, fiebres, úlceras y anorexia. Y tiende a acumular selenio. Además, el sudor o el aliento huele mal debido al azufre que contiene y si sustituyes el azufre por selenio, todavía huele peor. Así que cuidadito.
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