El
arsénico (As) es el elemento de 33 protones. Es, al igual que su vecino alemán
(germanio), un metaloide o semimetal, que son un grupo de elementos que quedan
en la parte derecha de la Tabla Periódica, entre los gases nobles, los no
metales y los metales de verdad de la buena. Se caracterizan por compartir características
de metales con otras de elementos que no lo son. Un ejemplo claro de ese punto
intermedio es que algunos son semiconductores, como ya expliqué con el silicio.
El arsénico es un elemento peligroso, así que, con la máxima precaución, vamos
a estudiarlo un poco en detalle.
Para
empezar, es muy abundante en la Corteza Terrestre. Eso sí, no se encuentra casi
nunca en estado puro, sino mezclado con otras sustancias. Como ha pasado
con otros muchos elementos, la gente los
ha usado desde siempre sin saber lo que eran exactamente. En el caso del
arsénico, esto fue así hasta mediados del siglo XIII, cuando un obispo alemán, Alberto
Magno, considerado por muchos como el primer alquimista europeo, lo obtuvo en estado puro calentando óxido de arsénico (As2S3) con jabón.
No obtuvo una muestra muy pura, ni tampoco demasiada cantidad, pero la cosa fue
mejorando a lo largo de los años. Hoy en día, se obtiene en las minas de cobre
o plomo, entre otros. En la fundición de éstos metales, se forma trióxido de
arsénico (luego lo vemos), que se volatiliza y se atrapa en las chimeneas, para
después ser refinado y obtener una pureza de más del 99%.
Merece la pena mencionar a Robert Bunsen, un químico alemán conocido sobretodo por ser el descubridor del cesio y el rubidio y por su famoso mechero de Bunsen, que mejoró y popularizó y que le permitió calentar cualquier elemento hasta la temperatura deseada, para usar el espectroscopio que él mismo inventó y que con tantos elementos nuevos nos ha bendecido. Bunsen investigó mucho con el arsénico (y perdió un ojo con ello, de hecho) y lo dio a conocer al mundo. Además, desarrolló el único antídoto contra el arsénico que conocemos: óxido de hierro hidratado.
San Alberto Magno. |
Merece la pena mencionar a Robert Bunsen, un químico alemán conocido sobretodo por ser el descubridor del cesio y el rubidio y por su famoso mechero de Bunsen, que mejoró y popularizó y que le permitió calentar cualquier elemento hasta la temperatura deseada, para usar el espectroscopio que él mismo inventó y que con tantos elementos nuevos nos ha bendecido. Bunsen investigó mucho con el arsénico (y perdió un ojo con ello, de hecho) y lo dio a conocer al mundo. Además, desarrolló el único antídoto contra el arsénico que conocemos: óxido de hierro hidratado.
Como
digo, normalmente está mezclado con otras sustancias, pero puede existir en
estado puro en forma de metal (aunque no lo vayas a encontrar así ni de
casualidad) y tiene dos estados alotrópicos más: El arsénico amarillo y el
arsénico negro, que solo existen en laboratorios porque son muy inestables. (¿Recuerdas
cuando hablé por ejemplo del vanadio que tenía también diferentes estados alotrópicos?)¨
Arsénico puro. |
La
mayor parte del arsénico terrestre, y como ha sido reconocido desde siempre, es
en forma de rocas de brillantes colores como el rejalgar y el oropimiente. El
rejalgar es de un color rojo intenso (tanto que se le llama también rubí de
arsénico) y contiene sulfuro de arsénico (As4S4), que, imaginarás por lo chungo
que suena el nombre, es muy tóxico. El rejalgar se machacaba y el polvo rojo, a
parte de usarse para según qué tintes, era un buen matarratas. Como matarratas
o matabichos en general se usó durante siglos. Una alternativa al rejalgar pero
en amarillo era el mineral conocido como oropimiente (oro por su color y
pimiente por pigmento, ya que también se podía utilizar como tinte), también
usado como matabichos desde la antigüedad (Contiene un potente veneno, el
“polvo para heredar” o trióxido de arsénico), aunque, y su nombre lo deja
claro, se utilizó sobretodo como tinte amarillo (y de hecho se siguió
utilizando hasta el siglo XIX). De su antiguo nombre, por cierto, viene el
elemento que hoy nos ocupa, puesto que al oropimiente los griegos lo llamaban
Arsenikon.
Como tinte verde también se ha usado acetoarsenito de cobre (El conocido como verde de París), aunque no sin polémica, porque se usó mucho en papeles pintados para decoración que, al humedecerse, podían desprender vapores de trimetilarsénico, que no es nada saludable, desde luego.
Rejalgar sobre calcita de una mina de Hunam, en China. |
Como tinte verde también se ha usado acetoarsenito de cobre (El conocido como verde de París), aunque no sin polémica, porque se usó mucho en papeles pintados para decoración que, al humedecerse, podían desprender vapores de trimetilarsénico, que no es nada saludable, desde luego.
Verde de Paris. Que lo mismo lo usas como pintura que como matarratas. |
La
gente lo ha usado (y se ha intoxicado) para decorar sus paredes pero es que
hubo una época en la que el arsénico llegó a ser usado como producto de belleza,
para palidecer la piel, que es lo que se llevaba en la época Victoriana. Dicen
que incluso se llegaba a ingerirlo con vinagre y polvo de tiza. Antes muerta que
sencilla.
El
arsénico ha sido muy utilizado como veneno, ya sea en medicina, agricultura/ganadería
o para uso doméstico. Como medicina ya no se utiliza (para eso están los
antibióticos, que también son venenos, en realidad, pero más especializados)
salvo en unos casos muy concretos como son tratamientos de algún tipo
específico de cáncer. Sí que tuvo su momento, allá por el siglo XVIII, cuando
los médicos recetaban el licor de Fowler para curar muchas enfermedades pero
que no servía para casi ninguna. Años más tarde (1909), el doctor Paul Ehrilch,
inventaría el Salvarsan, que curaba la sífilis. En agricultura, al menos en
Europa, el uso de arsénico fue prohibido en el 2004. Se ha utilizado toda la
vida para prevenir plagas y, de hecho, gracias a eso seguro que se han evitado
muchas muertes por inanición, pero hoy en día no tiene sentido, pudiendo
utilizar otros productos menos peligrosos. También se ha usado en ganadería, añadiendo
pequeñas dosis al alimento de pollos o cerdos, por ejemplo, para usarlo a modo
de antibiótico.
Hoy
en día, el arsénico ha sido eliminado casi por completo de nuestra cadena
alimentaria (Aunque se siguen produciendo graves intoxicaciones por la
utilización de agua de pozos que contenían arsénico, una de las más importantes
en Bangladesh, afectando a miles de personas) así que los usos más importantes
son el de preservante de la madera (arseniato de cobre cromatado, CCA), donde
el arsénico actúa como insecticida y donde también está generando polémica en
muchos lugares. El otro uso importante del arsénico lo comparte con el galio,
como vimos cuando hablé de este curioso metal, para utilizarlo como
semiconductor. Sí, algunos aparatos electrónicos contienen un veneno potente
como es el arsénico... pero no tienes que preocuparte a menos que te gusten los
elementos electrónicos como merienda. (Que entonces, creo que tu menor problema
sería el arsénico).
Si
te comes arsénico para merendar (por cierto, dicen que sabe a ajo o a azúcar), éste sustituirá al fósforo en unas moléculas
llamadas ATP, sin las que, entre otras cosas, sería imposible que las células
pudieran llevar a cabo la respiración celular. En este aspecto, el cuerpo
confunde a un elemento con el otro. Así que si el arsénico entra en contacto
con una célula, ésta morirá sin remedio.
En
los años en los que al trióxido de arsénico lo llamaban “polvo para heredar”,
el arsénico venía muy bien sobre todo porque nadie podía sospechar cómo había
muerto la víctima, ya que el arsénico era indetectable. Y esto fue así hasta
1836, cuando un conocido químico británico, James Marsh, ideó un sistema para
detectarlo. Utilizaba ácido sulfúrico y zinc, y los calentaba obteniendo arsina
(AsH3), que teñía de negro las paredes del recipiente utilizado. La prueba de
Marsh, no obstante, no ha impedido que se siga utilizando arsénico para matar
(Agente azul, por ejemplo, en Vietnam o condenados a muerte en Korea o el envenenamiento del Emperador Guangxu).
Pero a pesar de lo dicho en el párrafo anterior y de ser el elemento considerado como el Rey de los venenos, al arsénico, aunque no te lo creas, lo necesitamos para vivir. No parece que esté muy clara su función en nuestro organismo, pero estar, está, y su ausencia puede acarrearnos problemas. Comemos arsénico procedente de la carne, pescado y sobre todo los crustáceos, que tienen bastante, aunque en una forma que no supone ningún riesgo. Y nosotros lo utilizamos poco, pero es que hay bacterias (familia Halomonadaceae) ¡que lo respiran! Al menos eso publicaron unos científicos en la revista Science, publicación con muchos otros científicos escépticos sobre cómo se llevaron a cabo los experimentos... pero que ahí está... como muestra de lo maravilloso que puede llegar a ser este, nuestro planeta.
La famosa prueba de Marsh. |
Pero a pesar de lo dicho en el párrafo anterior y de ser el elemento considerado como el Rey de los venenos, al arsénico, aunque no te lo creas, lo necesitamos para vivir. No parece que esté muy clara su función en nuestro organismo, pero estar, está, y su ausencia puede acarrearnos problemas. Comemos arsénico procedente de la carne, pescado y sobre todo los crustáceos, que tienen bastante, aunque en una forma que no supone ningún riesgo. Y nosotros lo utilizamos poco, pero es que hay bacterias (familia Halomonadaceae) ¡que lo respiran! Al menos eso publicaron unos científicos en la revista Science, publicación con muchos otros científicos escépticos sobre cómo se llevaron a cabo los experimentos... pero que ahí está... como muestra de lo maravilloso que puede llegar a ser este, nuestro planeta.
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