88. Radio


Hoy nos toca estudiar el último elemento de los alcalinotérreos: El radio. Tiene un buen núcleo, con 88 protones, entre 114 y 146 neutrones y 88 electrones (2, 8, 18, 32, 18, 8, 2). Dos electrones en la última capa como todos sus vecinos de las plantas superiores (Berilio, magnesio, calcio, estroncio y bario). Es un elemento muy muy radiactivo (El que más, de hecho, de ahí su nombre) y que tiene como protagonista a una de las más grandes: Marie Curie.  

Hablé bastante sobre Marie Curie y su marido en la entrada del polonio, elemento descubierto por esta genial pareja. Pues tan solo 6 meses después de descubrir el polonio en 1898, los Curie lo volvieron a hacer. Cogieron los restos que quedaban de haber extraído el uranio de la pecblenda y lo estudiaron. Encontraron una emisión extremadamente intensa (300 veces más radiactivo que el uranio), y esto solo podía explicarse si existía un nuevo elemento todavía más radiactivo que el polonio y el uranio. Esa sustancia nueva era, además, químicamente diferente a éstos elementos. Analizaron ese nuevo elemento mediante el espectrómetro y observaron unas líneas muy parecidas a las del bario (químicamente, el radio y el bario se comportan de manera muy similar). El nuevo elemento tenía una línea en la región ultravioleta, lo que le diferenciaba de cualquier otro: Lo llamaron radio.  

Los Curie hicieron un enorme esfuerzo para separar un poco de radio puro. Las muestras contenían bario y al ser tan parecidos, costaba horrores separarlos (El cloruro de bario es ligeramente más insoluble que el de radio y eso hizo que pudieran ir haciendo. Como curiosidad, el sulfato de radio, RaSO4, es el sulfato más insoluble del que se tiene constancia). El caso es que durante más de 4 años de duro trabajo en el laboratorio con “grandes frascos de precipitados y líquidos” y toneladas de pecblenda lograron obtener apenas 0´1 gramos de radio (cloruro de radio, en realidad). Y lo hicieron ellos con la única ayuda de un amigo, André Debierne, del que hablaré en la entrada del actinio, y con el que Marie aislaría del todo el radio en 1910 utilizando un cátodo de mercurio

Con esos 0´1 gramos pudieron calcular la masa atómica del radio: 225´2 unidades (Bastante cerca de lo que se considera hoy: 226´03) y observaron que su actividad era, nada más y nada menos, 1 millón de veces mayor que la del uranio (Los cuadernos de trabajo de los Curie, hoy en día, se conservan en cajas forradas de plomo). Además, observaron que su manipulación producía quemaduras en la piel (Incluso Rutherford, el genio neozelandés, se fijó en las cicatrices de los dedos de Pierre, cuando éste cogía un tubo de ensayo para realizar un experimento de brillo en la oscuridad con radio) y se percataron de que aquel elemento podría destruir algunos tumores. La “Terapia Curie” fue el primer tratamiento de cáncer con radiación. Casi nada.  

En lo que más se ha usado es en algunos elementos luminiscentes (mezclado con sulfuro de zinc  (ZnS), que es lo que brilla excitado con las partículas alfa), como las agujas de los relojes de entre 1910 e incluso hasta los años 60-70. Cosa que si bien no creo que perjudicara demasiado a los que los  llevaban puestos (la partícula alfa que emiten no saldría de la esfera del reloj) sí que lo hicieron a los que los fabricaban, pues pintaban las agujas con pinceles, los cuales solían afilar chupándolos (y en la boca las alfa sí hacían pupa), con lo que los trabajadores de la pintura empezaron a padecer de cáncer y anemia, llegando a morir como medio centenar de trabajadoras por la exposición a la radiación (En Nueva Jersey, en 1917, abrieron una fábrica que contrató a unas 700 trabajadoras para pintar agujas de relojes). El caso es que muchos lo vieron como un envenenamiento por ingestión, no debido a la radiación.


Una trabajadora emplea pintura luminosa en una fábrica de relojes en 1932.
Pintando las agujas con radio en 1932. 

Pero la cosa con el radio no quedó allí. Su peligrosidad estaba demostrada, y algunos lo advirtieron, como William Crookes, quien dijo que medio kilogramo de esa sustancia podría matarnos a todos, o el mismísmo Pierre Curie, que dijo en un discurso en la Academia Sueca en 1905 que el radio podría convertirse en algo muy peligroso en manos criminales. Aun así, se empezó a utilizar como si fuera un elemento milagroso, añadiéndose a un sinfín de productos: Cosmética, pastas de dientes, tónicos capilares, chocolate, mantequilla, preservativos… Por supuesto, también se utilizaba como un remedio curativo y a menudo se disolvía en diferentes bebidas y hasta en medicinas (más de curanderos que otra cosa). Incluso se construyó un balneario en la República Checa (País de donde se extraía entonces la mayor parte de Pecblenda del mundo) donde te podías bañar en agua con radio (Radium Palace Hotel). En Nueva York abrieron un casino, The Radium Club, donde las ruletas brillaban en la oscuridad debido al recubrimiento de radio. Eran otros tiempos, desde luego. La cosa cambió, por la opinión pública, con la muerte de un famoso empresario del acero y deportista, Eben Byers, quien consumía varias botellas al día de Radithor, una bebida que contenía Ra226 y Ra228 (un micro curio de cada uno), y que, según la propaganda, era “una cura para los muertos vivientes”. Byers acabó con los huesos destrozados por la radiación (el radio a menudo se coloca en los huesos, en el lugar del calcio). El caso es que por fin la administración americana prohibió toda la comercialización incontrolada de productos radiactivos.

Hoy en día el radio se extrae, en su mayoría, de las minas de uranio de Estados Unidos, Canadá y Australia además del Congo. Se encuentra mucho más diseminado por el planeta debido a que forma compuestos solubles que son arrastrados por el agua a otros lugares. Así que sí, la radiación producida por el radio forma parte de nuestras vidas. No has de preocuparte (hoy en día, que no se vende Radithor) ya que no resulta peligroso en esas pequeñas cantidades. Un gramo de radio (Ra226) junto, ya se considera mucho, y, de hecho, ese gramo marca una de las unidades de medida de la radiación: El curio (llamada así en honor a los Curie), que son 3.7x10E10 (37.000.000.000) desintegraciones por segundo. Es el equivalente a 0.0068 calorías por segundo, suficientes para calentar 1ºC por hora 25 gramos de agua. 

El radio tiene 4 isótopos naturales (Ra223-Ra228) y sus vidas medias están entre 11´4 días y 1600 años, aunque prácticamente todo el radio que se encuentra en la naturaleza es el Ra226, que es el de los 1600 años. Emiten una partícula alfa, como ya he dicho, produciendo radón. Así que allá donde hay radio, hay radón. Y allá donde hay uranio, hay radio. No tiene aplicaciones comerciales, y pocas en medicina, pues hay elementos más seguros. Sí se utiliza, si acaso, para generar radón (para alguna aplicación médica) y para generar neutrones, que se crean cuando el radio se mezcla con berilio.  

En total, no se llegan a producir ni 100 gramos de radio en el mundo al año. La mayoría utilizado en laboratorios o, como el isótopo Ra223, usado, aunque muy poco, en medicina, debido a que su vida media es de 11 días (y su fijación por los huesos). Este isótopo ha ido siendo sustituido por el cobalto y el cesio


 

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