27. Cobalto

Después de haber estudiado al rey de los metales, el hierro, tenemos que seguir estudiando esa zona de la Tabla Periódica, donde también se encuentran elementos de lo más interesantes. Le toca el turno a uno algo parecido al hierro: El elemento número 27: El cobalto (Co).

Como suele pasar con los metales de transición, el cobalto tiene varios estados de oxidación, y es por ello por lo que aparece en un amplio abanico de compuestos diferentes (con diferentes colores). Esto también implica que es difícil encontrarlo en estado puro en la naturaleza. Y encima no es un metal demasiado común... Te podrás imaginar, por lo tanto, que tardamos en descubrirlo.

En este caso, el descubrimiento se lo debemos a Georg Brandt, un gran mineralogista sueco del siglo XVIII. Su padre se había hecho rico gracias a una mina se donde extrajo grandes cantidades de cobre y hierro. En ese tipo de minas solía encontrarse una roca llamada cobaltum (Actualmente cobaltita). Este mineral se encontraba, a menudo, mezclado en las menas de hierro o cobre y era un fastidio, porque no solo no producía nada valioso sino que además se deshacía en un polvo a menudo tóxico. Decían los mineros alemanes desde hacía muchos años que ese mineral era así por culpa de los Kobolds, unos seres mitológicos que estaban allí (y en casi cualquier lado), básicamente para tocarnos las narices (aunque a decir verdad que a veces nos favorecían). Fueron, no obstante, estos seres, los que finalmente darían nombre al cobaltum.

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Cobaltita. 

Georg estudió concienzudamente ese material que los Kobolds habían convertido en algo inútil, y descubrió, imagino que para asombro de muchos, la verdadera razón de sus características: La roca estaba compuesta, en realidad, por cobalto, arsénico (que es lo que las hacía tóxicas) y azufre. El cobaltum se convertía en polvo con mucha facilidad porque en contacto con el aire se oxidaba, dando lugar a minúsculas partículas de óxido de cobalto (CoO).

Fue en el año 1748 cuando Georg Brandt publicó un artículo en el que hablaba del cobalto como un nuevo elemento.

Ese nuevo elemento llevaba utilizándose (en forma de óxidos o sales de aluminio y cobalto), sin saberlo, desde tiempos inmemoriales para teñir de azul el vidrio o la cerámica (acuérdate de lo de los estados de excitación). Por cierto, se utiliza aluminato de cobalto (CoAl2O4). Es un azul que incluso tiene denominación propia: azul de cobalto. El cobalto también es rosa si se mezcla con azufre o cloro, formando sulfato de cobalto o cloruro de cobalto. También existe el azul cerúleo, que usaban los impresionistas en el siglo XIX y que era una mezcla de cobalto, estaño y oxígeno. Además de los azules, con cobalto también se producía el violeta cobalto, con fosfato de cobalto y el costoso amarillo de cobalto o aureolina, que contiene cobaltinitrita potásica.

Clásico Jarrón Chino de Porcelana Azul y Blanca, Decorado a Mano. Marca de Kangxi
Clásico jarrón chino pintado con azul cobalto.  

El cobalto, una vez descubierto y estudiado, se empezó a utilizar para algo más que para teñir cosas de un vistoso color azul. Como pasa con muchos otros metales, se utiliza para crear aleaciones y mejorar las propiedades de, por ejemplo, el acero. Añadiendo un poco de cobalto al acero, éste mejora su resistencia a la corrosión y la tolerancia a las altas temperaturas. Y éste es, hoy por hoy, el mayor uso que se le da a este metal. Quizás el segundo mayor uso que se le da a este elemento es el de las baterías (mejora el rendimiento de las baterías de litio, entre otras). Se dice que el 40% del cobalto del mundo es para esto, y puede que aumente en los próximos años (Nunca se sabe, porque el tema de las baterías no deja de evolucionar). Las baterías de los móviles, por ejemplo, llevan mucho cobalto. Algunas baterías llevan hasta un 30% (o algo más) y los coches eléctricos llevan hasta un 15% (Como digo, esto va cambiando). 

Es curioso la cantidad de elementos que se han usado y/o perfeccionado para matarnos unos a otros. Para empezar, las aleaciones, muchas veces son inicialmente perfeccionadas para espadas, armaduras, tanques o aviones. También están los gases o las bombas, claro. El que puede que quizás sea el ejemplo más difícil de asimilar de todos es el de las bombas nucleares, que veremos cuando toque. Dentro de ellas, la peor de todas, es la que utiliza cobalto-60, un isótopo radiactivo con el que se podrían fabricar las conocidas como “bombas sucias” que explotarían dejando tras de si una enorme cantidad de peligrosa radiación. Una forma muy cruel de matar al enemigo. Mucho peor que las bombas de Hiroshima o Nagasaki, cuya radiación es despedida en forma de una lluvia corta e intensa de rayos gamma, pero que después no dejan apenas rastro radiactivo. Sin embargo, la bomba sucia es como una lluvia que se prolonga en el tiempo así que no basta con refugiarte durante la explosión… tienes que aprender a vivir bajo el paraguas durante mucho tiempo (décadas), si es que eso es realmente posible. Afortunadamente, nunca se ha fabricado algo tan espeluznante. Pero bueno, dejando atrás ese triste tema, alegrémonos un poco pensando que no todo el cobalto 60 se ha utilizado para matar. Afortunadamente, los seres humanos también tenemos una cara buena y este isótopo también se utiliza para ciertos tratamientos de cáncer y alguna otra aplicación de medida o esterilización, por ejemplo.

Por supuesto, el cobalto tiene más usos. Se utiliza como catalizador en ciertas reacciones químicas, por ejemplo en la industria petrolera. También se utiliza para mejorar el carburo de tungsteno, un material muy resistente y con muchas aplicaciones, usado sobretodo para trabajar precisamente el acero. Se utiliza también en prótesis dentales, donde se utilizan piezas de una aleación de cromo y cobalto a la que se conoce como Vitallium. Y también se puede utilizar para fabricar imanes. 

Las mayores reservas de cobalto, por cierto, se encuentran en el Congo. Según tengo entendido, desde el 2009, toda la producción de cobalto de la mayor mina del mundo (la montaña de Mukondo) se vende a una empresa china. También hay grandes reservas entre USA y Canadá, Australia y el norte de Europa. El cobalto está especialmente caro últimamente y las crisis política en la que está sumido el Congo y la adueñación de esa mina por parte de China no ayuda. La industria del automóvil o los teléfonos y ordenadores están sufriendo las consecuencias de la pequeña “crisis del cobalto”. Lo llaman, en algunos sitios, el "oro azul" o "el otro coltán". Tesla, por ejemplo, utiliza baterías de litio con níquel-cobalto-aluminio, que requiere menos cobalto que las de sus competidores. Un tema a tener en cuenta en el futuro de las baterías, desde luego.

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Cobaltocalcita. Otro mineral con cobalto, ahora rosa. 

Por la parte que nos toca más de cerca, dentro de nuestro cuerpo también hay cobalto, aunque muy poquito. Es, además, fundamental para nosotros. El cobalto forma parte de la estructura de la vitamina B-12, también llamada cobalamina (una curiosa molécula que solo es posible sintetizar por acción bacteriana). Y sin ella, no podríamos reproducirnos en condiciones porque, entre otras funciones, es necesaria para la síntesis del ADN. La falta de esta vitamina provoca ciertos transtornos, entre ellos una anemia llamada anemia perniciosa (el cobalto estimula la creación de glóbulos rojos). 

Como pasa con casi todo, los excesos no son buenos, con lo que demasiado cobalto puede acarrear problemas tales como problemas en el corazón, mareos, daños en la tiroides o problemas de visión. Es muy inusual que alguien se contamine con cobalto a no ser que trabaje con él o viva y coma en zonas alrededor de algunas minas, donde el cobalto cae al suelo y es absorbido por las plantas, que luego pasa a los animales pudiéndoles crear problemas.

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