53. Iodo


El iodo o yodo es el elemento de 53 protones. Además, es el cuarto halógeno que vemos hasta ahora: Hemos visto el flúor, el cloro y el bromo; todos ellos con 7 electrones en la última capa, por lo que, como sabes, faltará un único electrón para completarla y lo buscarán ávidamente (son oxidantes) haciendo de los halógenos un grupo de elementos muy reactivos (menos reactivos conforme aumenta su tamaño). El iodo no reacciona tanto como los tres halógenos anteriores pero por ejemplo reacciona muy fácilmente con el oxígeno, y forma una gran cantidad de compuestos. Los halógenos son elementos volátiles: El flúor forma un gas amarillento, el cloro verdoso, el bromo rojizo y el yodo normalmente violeta, color que favoreció su descubrimiento en 1811.

El violeta de iodo. 
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Bernard Courtois.
Fue un francés, el químico Bernard Courtois, el que notó la presencia de un vaporcillo violeta en uno de los recipientes donde su familia fabricaba salitre a partir de algas marinas. Quería ganar un dinerillo extra encontrando nitratos (para fabricar pólvora para Napoleón) a partir de las algas y se pasó con la dosis de ácido sulfúrico, lo que provocó esa nubecilla violeta. Ese vapor se condensaba formando unos pequeños cristales oscuros y brillantes. Fue otro francés, en este caso, Gay-Lussac (Que acudió a la llamada de Courtois) el que confirmó en 1814 que se trataba de un nuevo elemento y lo nombró yodo, proveniente del griego “iodes” que significa, precisamente, violeta. El pobre Bernard, por cierto, murió arruinado en 1838, pues había tratado, en vano, de ganar dinero fabricando esos cristalitos oscuros.


Pronto se puso de manifiesto la utilidad del yodo para curar el bocio, una enfermedad causada por la deficiencia de yodo en la glándula tiroides. El bocio se reconoce porque aparece un abultamiento de la tiroides (en el cuello). Si el problema persiste, la tiroides se seca y, con ella, todas las proteínas que produce. La falta de yodo puede llegar a afectar al funcionamiento del cerebro (Cretinismo), causando problemas grabes a los afectados. Se dieron cuenta de que los casos de bocio se reducían en poblaciones costeras (la sal marina tiene algo de yodo, y de hecho es de ahí de donde se obtiene). Existen datos sobre antiguos tratamientos de éstas enfermedades utilizando algas marinas (algunas tienden a acumular iodo), pero obviamente sin saber que era el elemento de 53 protones el que solucionaba el tema.

Chile es hoy en día, con diferencia, el mayor productor mundial de yodo, debido a las enormes salinas que tienen en ese país. Fue Jean-Françoise Coindet quien acertó, hacia 1820, diciendo que todo indicaba que el responsable era el yodo. En 1896, en este caso un alemán, Eugen Baumann, demostró la existencia de yodo en la tiroides y la importancia de la tiroxina y la triyodotironina, las dos hormonas que allí se generan.

A parte de curar el bocio y ser esencial para la tiroides, el yodo también se utiliza para curar heridas, como antiséptico o como trazador. Por ejemplo, hay yodo en la mercromina (para los que tengan una edad y se acuerden de ella) o la iodopovidona (Betadine). Hay más, pero menos conocidos, como el Lugol (yodo molecular, yoduro potásico y agua destilada), que además tiene otras muchas aplicaciones médicas y de laboratorio. Como trazador, el yodo se une a ciertas sustancias orgánicas que se introducen en el organismo y puede verse con rayos X con total precisión, pues esas moléculas constituyen una coraza impenetrable para dichos rayos (es debido a la diferencia de densidad entre el yodo y los tejidos blandos).

El caso es que el yodo es muy importante para nuestro organismo y no han sido pocos los casos de zonas en el mundo con deficiencias de yodo. Fue gracias a personas como Basil Hetzel, un londinense criado en Australia, que se pudieron llevar a cabo campañas (en los 80) contra la deficiencia de yodo en el tercer mundo. Gracias a esas campañas y a la ICCIDD (International Council for Control of Iodine Deficiency Disorders) en muchos países del tercer mundo hoy la sal común contiene yodo (Sal yodada), con lo que es una buenísima manera de suministrar yodo a una población que, en muchos casos, tendría importantes carencias.

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Basil Hetzel.
En el otro lado de la moneda está el caso de Gandhi y su marcha en 1930 para protestar contra el impuesto británico a la sal. Se empeñó en promover que la gente dejara de comprar la sal británica porque la sal, al fin y al cabo, podían fabricarla ellos mismos, pues solo tenían que dejar secar el agua de mar. Pero esa sal india no tenía yodo (o muy poco). Los británicos insistían en que era importante lo del yodo, pero los seguidores de Gandhi lo vieron como una imposición imperialista. Todavía en 1998 quedaban 3 estados de la India donde no se había prohibido la sal sin yodo. Cuando el gobierno lo prohibió, hubo muchas quejas. Tantas, que obligó, en el año 2000, a revocar la prohibición. Eso se tomó en el país como un triunfo y las ventas de la sal yodada calleron un 13%, aumentando con ellas los casos de defectos en recién nacidos, entre otras complicaciones. Por suerte, se volvió a prohibir en el 2005, pero en la India siguen teniendo muchos problemas con la falta de yodo. Todo por la cabezonería de un hombre que no sabía de qué iba el tema (al menos en cuanto a la sal respecta) y se guiaba más por su ideología política que por lo que dice la ciencia.


El yodo nos cura, pero a veces nos puede matar también. Si se inhala iodo radiactivo, como en el caso de mucha gente que vivía en Trypiat en 1986 tras el accidente de Chernobyl, éste puede acumularse en la tiroides, provocando cáncer. No sería nocivo si la tiroides se saturara previamente con iodo normal, tomando pastillas de yodo… pero el gobierno de entonces, más preocupado por que no se supiese nada del accidente, se despreocupó de su gente y para muchos fue una sentencia de muerte. Y eso que el cáncer de tiroides se cura, en condiciones normales, en un 99% de los casos. El yodo-135 es uno de los isótopos más comunes resultantes de la fisión de un átomo de uranio dentro de los reactores nucleares. En el accidente de Chernobyl, una enorme cantidad de Yodo-135 salió a la atmósfera afectando a la gente que por allá vivía.

A parte del tema médico, el yodo se utiliza para más cosas: Se utilizaba en fotografía, utilizando la reacción yodo-plata. El mérito fue de Louis Daguerre, que dio nombre al daguerrotipo, que es ese tipo de fotografía que inventó entre 1836 y 1838, y cuya foto se imprimía en una lámina de plata que se hacía fotosensible gracias al mercurio y a vapores de yodo.

¡Documentamos, Enseñamos, Promovemos y Celebramos la fotografía! / We Document, Teach, Promote and Celebrate Photography! Espectro Visible, Daguerrotipo, Fotografías De Época, Invenciones, Impresiones Digitales, Fotografía Antigua, Artistas, Luis, Louis Daguerre
Daguerrotipo con el mismísimo Louis Daguerre.

El yoduro de plata, como vimos al hablar de la plata, también es usado para provocar lluvia artificial (lo tiras a las nubes y ayuda a la condensación de las mismas por los pequeños cristalitos que forma).

El yodo también se utiliza como colorante. Por ejemplo, en los ingredientes de la comida, cuando veas el E-127 (llamado también eritrosina), si es que lo ves, decirte que lleva yodo y que es bastante tóxico. Está en las guindas, por ejemplo (Tengo que comprobarlo) y es un colorante rojo cuya fórmula es C20H6I4O5.

Las lámparas halógenas, ahora en desuso debido a los LEDS, son como bombillas de las clásicas pero más eficientes, debido a que contienen un filamento de wolframio dentro de un gas inerte con algo de bromo y/o yodo. Los halógenos, en este caso, están ahí para reaccionar con el wolframio que pueda evaporarse, y así evitar que se deposite en el cristal de la bombilla y éste pierda transparencia y, por lo tanto, lúmenes.

Se utiliza para otras muchas cosas, como pasa con casi cualquier elemento. El iodo se puede utilizar para rebelar huellas dactilares, como catalizador en la industria química o simplemente para crear bonitas nubes violetas mezclándolo con polvo de aluminio.



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