La tabla Periódica ha sido uno de los mayores triunfos en la historia de la humanidad. Sí, ahora estamos bastante acostumbrados a verla, pero llegar hasta lo que es hoy no ha sido fácil. Veremos, conforme vayamos estudiando los diferentes elementos, lo duro que ha sido. La cantidad de horas invertidas por tantos y tantos genios que permiten que hoy, yo esté escribiendo estas líneas y tú, en un futuro no muy lejano, leyéndolas.
La Tabla Periódica consta de 7 filas o periodos y 18 columnas o grupos.
No puedo hablar de la Tabla Periódica sin mencionar al que se conoce como su padre: Dmitri Mendeléiev. Dmitri nació en 1834. También es conocido por sus trabajos sobre gases o sobre el efecto del calor en los líquidos así como porque fue uno de los que contribuyeron a crear la naciente industria petroquímica rusa. En 1864 sería nombrado catedrático de la Universidad de San Petersburgo y 4 años después (1868-1870) escribiría y publicaría Los principios de la química. Mientras lo hacía, agrupó, de forma coherente, los 63 elementos que se conocían en la época. Lo hizo ordenándolos por su número atómico. Por aquel entonces, en dicha tabla, había unos huecos que pertenecían a elementos que no habían sido descubiertos todavía. Pero que llegarían.
Cada elemento nuevo tenía un sitio asignado, y no podría ponerse en otro diferente porque, simplemente, no encajaba. Con el tiempo, la Tabla adquirió la forma y dimensiones que tiene hoy en día, con sus 118 elementos perfectamente ubicados.
Para empezar, están ordenados, como ya he dicho, por su número atómico. El primero, el hidrógeno, solo tiene un protón y el último, el oganesson (totalmente desconocido para mi, por cierto) la nada desdeñable cifra de 118. Pero hay más, claro. Si no fuera así sería una lista, y no una tabla.
Entenderemos un poco mejor la Tabla Periódica si nos fijamos, por ejemplo, en la última de sus columnas, la número 18 o la llamada columna (o grupo) de los gases nobles. Y son nobles porque no se mezclan con nada más que con si mismos. Los elementos de esta columna (helio, neón, argón... etc) tienen la última capa de electrones completa, y eso es precisamente lo que anhelan todos los elementos del resto de la tabla. Es importante, entonces, la capa de Valencia, no hay duda. Cuando los elementos se unen entre si buscan esos electrones que les falta para completar su capa de Valencia.
Si serán importantes los electrones de la última capa que el orden en el que se encuentran los diferentes átomos en la tabla también depende de ellos. Un solo electrón menos en la última capa, 7, y nos encontramos con unos de los elementos más reactivos de todos: los halógenos, en la columna 17. (Casi tanto como los metales alcalinos, situados en la primera columna, con un electrón en la última capa). Como ves, las propiedades de los elementos depende mucho de su capa de Valencia.
Y como muestra de que los átomos siempre buscan el maravilloso número 8 en su última capa: Sabes que en la primera columna tenemos unos elementos con 1 único electrón en la capa de Valencia y en los de la número 17, los tenemos con 7. Si éstos elementos se juntan, conseguirán 8 electrones, que es lo que todos buscan. (Sírvase de ejemplo la sal común, o cloruro de sodio, donde se juntan el cloro (Cl) y el sodio (Na)).
Así, resumiendo, tenemos los elementos ordenados por número atómico, por un lado, y luego ordenados en columnas según sus electrones de la última capa. Aunque tenemos la excepción de los metales de transición que ocupan la parte central de la tabla. Los metales lo tienen más fácil, porque forman una malla donde circulan electrones libres que comparten todos. Ya lo veremos más adelante.
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