112. Copernicio

 

Hablemos sobre el elemento número 112, otro super-elemento inestable y radiactivo de laboratorio. Llamado copernicio (Cn) en honor a Nicolás Copérnico. Aprendamos algo sobre ambos. 

Nicolás Copérnico nació en Thorm, la actual Polonia en el año 1473. Era el cuarto hermano de una familia pudiente de la época. Pero a los 10 años muere su padre, y de su educación se encargaría un tío suyo: El obispo de Warmia. Así, parte de su educación sería religiosa. Pero en 1491 marcha a estudiar a Cracovia junto con su hermano, con la intención de convertirse en clérigo. Allí, Nicolás estudiará derecho, filosofía, astronomía y matemáticas. En 1507 publica una pequeña obra (hypothesibus motuum coelestium a se constitutis commentariolus) donde, por primera vez, habla de su famosa teoría heliocentrista, por la que dice que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés. Tras la muerte de su tío, se instala en Frombork, donde construyó dos observatorios. También construyó una imprenta y se hizo con una importante biblioteca. En 1524 llega a sus manos el libro “Motu octavas espherae” de Juan Wermer, y su respuesta, todo un tratado sobre astronomía, se convertiría en uno de los libros más importantes de la ciencia: “Revolutionibus orbium coelestium” (Aunque no lo publicó hasta 1936).  

El genio de Copérnico.

Su brillante cabeza y su dedicación le dieron fama mundial, quien, entre otras cosas, tiene un enorme cráter nombrado en su honor en la Luna (Tengo una foto de él en mi blog de Astronomía) y un elemento de la Tabla Periódica: El 112. Copernicio (Cn).  

El honor se lo debe a un equipo de alemanes que trabajaban en los laboratorios del GSI en Darmstadt, Alemania. Estaban liderador por Sigurd Hofmann y Victor Ninov. Ellos fueron los primeros en la historia en crear un átomo que tuviese en su núcleo 112 protones. 

En la fiesta del bautizo del copernicio. Año 2010.

Ese primer átomo de copernicio, entonces llamado Ununbium (Uub), fue creado en 1996 utilizando un acelerador de partículas para disparar unos proyectiles de zinc-70 contra una diana de plomo-208 (perdiéndose después dos neutrones por “evaporación”). El grupo alemán consiguió crear un solo átomo (Cn277).

Aunque confirmaron la creación de un segundo átomo, resultó que los datos habían sido manipulados por Victor Ninov. Ya tendremos tiempo de hablar de este científico. Explicaré algo más cuando lleguemos al último de los elementos: El 118. 

El caso es que en el año 2000 volvieron a repetir exitosamente el experimento. También lo llevaron a cabo en Japón, en los laboratorios RIKEN, donde crearon 3 átomos más. Los rusos también intentaron crear algún átomo del elemento 112. Lo hicieron 3 años después de los alemanes, intentando fusionar en caliente uranio y calcio. No quedó del todo claro si lo consiguieron o no (En este caso era el isótopo Cn283), pero esos experimentos sí les valieron para descubrir el flerovio y el livermorio, que ya veremos dentro de no mucho. Los israelís también trabajaron en ello.  

La IUPAC, y su grupo de trabajo (Joint working Party) no encontraron evidencias suficientes para aprobar el descubrimiento del GSI. El tema es que creando tan solo un átomo todo se complica mucho. El copernicio decae en darmstatio (110), que decae en hasio (108). Luego seaborgio y después rutherfordio. Los laboratorios tienen una enorme cantidad de información en sus ordenadores que tienen que seleccionar, y viendo las huellas que dejan las partículas radiactivas emitidas por los hijos, nietos, bisnietos de los átomos creados, pueden deducir que realmente han creado el átomo que andaban buscando. Por aquel entonces no se tenían muy claros los decaimientos del rutherfordio (midieron una partícula alfa de 8´5 MeV que con concordaba con lo que se conocía entonces, de ahí las dudas), lo cual trabajaron los del GSI los años posteriores (Entre el 2001 y el 2005). En el 2002 repitieron los experimentos y afirmaron haber creado un nuevo átomo de ununbium. 

Eran muchos equipos defendiendo lo suyo, con pocos átomos creados, con encima la polémica de Victor Ninov, que sacaron a la luz, como veremos, los científicos de Berkeley en 1999 y los debates que llevaban a cabo también con los elementos 113, 116 y 118… Todo eso hizo que la labor de la IUPAC se complicara y, por lo tanto, se retrasara, pues fueron muchos los datos que tuvieron que estudiar. Por fin, en el 2009, la IUPAC publicó un artículo donde reconocía a los alemanes como autores del descubrimiento. Se ponía definitivamente en la Tabla Periódica el último elemento que quedaba, aunque 13 años después de su descubrimiento. Hubo también algo de polémica con su símbolo, pues eligieron Cp, pero resulta que a los químicos orgánicos les recordaba demasiado al cinclopentadienuro o Cp, con lo que finalmente se cambió por Cn. 

Costó, pero la Tabla Periódica había sido completada.


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