El antimonio es el elemento
número 51 de la Tabla Periódica. Se sitúa debajo del arsénico, otro metaloide. Los
metaloides o semimetales, ya sabes, son ese exclusivo grupo de elementos que
parecen metales en unas condiciones y en otras no, como el famoso silicio, rey
de los semiconductores. Con el antimonio, ya habremos visto una buena parte de
ellos: El boro, el silicio, el germanio y el arsénico. Solo nos quedará el
teluro, el polonio y el astato.
El antimonio no es muy conocido,
ni tampoco muy abundante, pero a pesar de ello ya se usaba en la antigüedad.
Los egipcios o los sirios lo utilizaban como maquillaje para los ojos.
Utilizaban la estibina o antimonita (sulfuro de antimonio) y lo llamaban guhlu.
Los romanos, por su parte, lo denominaron stibium. Guhlu, por cierto, derivó (no
me preguntes cómo) en Kohl, que sigue utilizándose hoy en día en árabe para
llamar al perfilador de ojos (Al-kohl), y que acabó siendo alcohol, pues pasó de
llamarse así a cualquier polvo fino y después a los líquidos destilados.
Curioso, ¿verdad?
El caso es que hasta no hace
mucho, el antimonio era conocido como estibio, proveniente de estibium, que es el
origen de su abreviatura: Sb. Hoy en día se le llama estibina al trihidruro de
antimonio (SbH3), que es el análogo pesado del amoniaco. La palabra antimonio empezó
a utilizarse después, en la época en la que todavía se discutía sobre si era un
medicamento o un veneno (por un lado curaba las infecciones de los ojos y los
médicos y alquimistas lo tenían en muy buena consideración en la Edad Media (Por
aquel entonces, las valiosas pastillas de antimonio eran usadas como laxante, y
como no se disolvían en el aparato digestivo, podían utilizarse varias veces e
incluso, si había suerte, se heredaban), pero, en realidad, es que morías si te
pasabas con la dosis y de hecho fue muy usado durante la época victoriana para
matar). Así, después de que Basilius Valentinus (que en realidad no se sabe si
existió o no) lo suministrara en un convento matando a varios monjes, acabó
siendo el Anti-monje, o Anti-monio. O al menos eso decía en el siglo XVIII
Samuel Johnson. De todas formas, no existe un consenso sobre el origen de la
palabra antimonio.
No son pocas las historias que se
cuentan sobre este curioso elemento. Tan antiguas como Nabucodonosor, Rey de la
antigua Babilonia, célebre por haber mandado construir los famosos jardines
colgantes, y del que se dice que ordenó pintar las paredes de su palacio con un
pigmento amarillo, fabricado a partir de antimonio y plomo y que acabó, según
parece, volviéndole loco. (Existe el antimonio amarillo, que suele ser
antimoniato de plomo (Pb2Sb2O7) y da origen al color amarillo napolitano y también
el antimonio negro, que es el de los sirios). El mismísimo Isaac Newton, el más
grande científico de todos los tiempos, creía fervientemente que el antimonio
poseía propiedades sexuales. Y otro personaje muy conocido, Mozart, se dice que
es posible que muriera debido a la sobredosis de pastillas de antimonio (no sé
si para curar unas fiebres o como antidepresivo, el caso es que se pasó con la
dosis).
Bindheimita. Mineral de plomo y antimonio. Antimonio amarillo. |
Aunque muy usado desde la
antigüedad, el antimonio no se obtuvo puro hasta el siglo XVI. Lo que entonces
se vio es un metal plateado, blando y quebradizo con el que poco podía hacerse.
Antimonio puro. |
En los años 70 se usaba para
fabricar ácidos, debido a la facilidad del antimonio para capturar electrones. El
ácido más fuerte que se han creado nunca es el ácido fluorantimónico compuesto por pentafluoruro de
antimonio (FSb5) y ácido fluorhídrico. Tiene un PH de -31. Bestial. Solo puede
guardarse en unos contenedores especiales recubiertos de teflón.
También se ha usado mucho para
fabricar los acumuladores o baterías industriales (o no tan industriales, como
las de los coches). Algunos componentes de las mismas, como los electrodos,
están fabricados con aleaciones con plomo y estaño (Baterías plomo-ácido). Se
utiliza en muchas soldaduras, debido a su bajo punto de fusión y como
protección del plomo contra la corrosión. Y no solo protege al plomo. Se
utiliza sobretodo en los plásticos para dotar a éstos de una mayor resistencia contra
el fuego (El trióxido de antimonio es el más importante de los retardantes de
llama). Curiosamente, la punta de las cerillas contiene trisulfuro de
antimonio, otro retardante; se utiliza para controlar el encendido de la
cerilla.
Con el plomo se ha utilizado en
bastantes aplicaciones, como por ejemplo la de fabricar balas. Un pequeño
porcentaje de antimonio, y el plomo queda protegido contra la corrosión. Si el
porcentaje es mayor (10-15%), incluso puede utilizarse para guardar ácido
sulfúrico en los laboratorios.
Por último, la electrónica.
Muchos componentes electrónicos tienen antimonio. Por ejemplo las soldaduras o
algunos leds o diodos o incluso placas fotovoltaicas, que utilizan antimonio
por sus características como semiconductor.
Lo que se utiliza en electrónica
es un cristal llamado trióxido de antimonio, y según he leído, hay una bacteria
que lo fabrica. La han encontrado unos científicos en Yosemite, California.
Podría ser importante, puesto que reduciría el precio de fabricación de esta molécula
y aumentaría su calidad. Bueno, esto fue en el 2014 y seguiré buscando
información a ver si se sabe algo más. Hoy en día, es difícil que lo
encontremos en otro ser vivo (Ya no andamos por ahí tomándolo como
antidepresivo o laxante). Como mucho, se menciona como tratamiento contra la leishmaniosis,
cuyo parásito muere en contacto con el antimonio. También podrías morir tú,
como ya he comentado. Por ejemplo, si metes antimonio en según qué ácidos, éste
reacciona violentamente generando un gas muy tóxico, del que ya he hablado: la
estibamina. Así que mucho cuidadito con él.
Por último, las mayores reservas de antimonio en el mundo están en China, Rusia y Bolivia.
Por último, las mayores reservas de antimonio en el mundo están en China, Rusia y Bolivia.
Estibina o antimonita. Mena del antimonio. |
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