77. Iridio

 

Vamos a estudiar otro metal de la Tabla Periódica: El elemento número 77, también llamado iridio. Es otro de los elementos del grupo del platino, de los que ya hemos visto el rutenio, el rodio, el paladio y el osmio. Nos quedará tan solo el platino. Juntos, todos ellos, forman un pequeño rectángulo más o menos en el centro de la Tabla Periódica. Los elementos de ese rectangulito casi siempre van juntos, y no es fácil diferenciar unos de otros puesto que se parecen mucho. Vamos a ver, de entre ellos, qué tiene de especial el iridio. 

Para empezar, solo tiene dos isótopos estables en la naturaleza: Uno con 116 neutrones (Ir193) y que supone el 62´7% de los casos y otro, el resto de los casos, con 114 neutrones (Ir191). Si hay más átomos de iridio en nuestro planeta éstos son inestables y se han creado en laboratorio (Y se utilizan, algunos, en temas medicinales, industriales o de laboratorio. O de emisión y absorción de rayos gamma, como describió en su día (1957) un premio Nobel de Física: Rudolf L. Möbauer).  

Sobre su historia, es prácticamente igual que la del osmio. Ambos elementos fueron descubiertos en 1803 por Smithson Tennant, quien analizó el residuo negro que quedaba tras tratar muestras de platino (con agua regia, un fuerte ácido). Al osmio lo nombró así por el olor de sus óxidos y al iridio lo llamó en honor a Iris, la Diosa griega del arcoíris, y lo hizo por los colores de los compuestos que obtuvo de este hermoso metal. 

Para hacerse una idea de los colores...


El iridio también se parece al osmio en que es muy denso, casi tanto o más que éste. De hecho, los científicos se las han visto y se las han deseado para saber cuál era más denso de los dos. Ahora mismo se apuesta por el osmio, pero quién sabe. 

Lo que hace más especial al iridio es que es el metal más resistente a la corrosión de la Tabla Periódica, sobre todo a altas temperaturas. Esto lo hace especial para algunas aplicaciones, como por ejemplo la fabricación de bujías de alta gama. Cualquier cosa que se fabrique con iridio, por narices, será de alta gama, porque el iridio es muy muy escaso. Además, a ello se le suma que es muy difícil obtenerlo puro. De hecho, no fue hasta 1842 cuando Robert Hale, conseguiría iridio puro por primera vez. Por otro lado, John George Children fue el primero en fundirlo, en 1813, aunque no fue hasta casi medio siglo después (1860), cuando Henry Deville y Jules Debray, consiguieron fundir una cantidad más significativa de este metal. No fue fácil, necesitaron 300 litros de oxígeno puro e hidrógeno por cada kilogramo de iridio.  

Esta tabla merece la pena repasarla de vez en cuando. El iridio, debajo de todos.

Gran parte del iridio de la Tierra se encuentra fundido en el núcleo, pues es un elemento que suele estar donde hay hierro (Son los elementos siderófilos, y están en la "nube" amarilla de la tabla de arriba). Muchos meteoritos metálicos contienen iridio y saber esto hizo plantearse a Luis Álvarez y a su hijo Walter, el que la extinción de los dinosaurios se hubiera producido por el impacto de un gran meteorito. Y es que descubrieron una concentración de iridio 600 meces mayor de lo normal en unos depósitos de arcilla que eran más o menos de la época en la que, se cree, se extinguieron (Hace unos 65 millones de años). Esa capa de iridio se extendía por todo el mundo, con lo que pudieron convencer a muchos otros científicos. A día de hoy, la hipótesis Álvarez sigue siendo una teoría muy extendida.  

Obviamente, sus propiedades y su escasez van a determinar todo lo que hagamos con él. Uno de los primeros usos fue para fabricar la punta de una pluma estilográfica de la marca Parker. Hasta la fecha eran de oro, pero al ser éste un material blando, la punta acababa dando problemas. En un principio solucionaron el asunto poniendo iridio, que sabían que era durísimo, en la punta. El problema es que no resulta nada fácil obtener algo de iridio y su precio es muy volátil, con lo que acabaron sustituyéndola por rutenio y comercializando la pluma más vendida de la historia. A principios del siglo pasado, muchas plumas empezaron a fabricarse con algún que otro metal del grupo del platino en la punta (También se añadía wolframio, tántalo o níquel). Todo un mundo esto de las plumas. 

En 1933 Otto Feussner, un físico alemán que trabajó mucho con los “nuevos metales” y que murió a los 44 años de edad por haber respirado humos tóxicos tras un incendio, encontró otra aplicación a la aleación de rutenio e iridio: Un termopar (sensor de temperatura que funciona gracias a la unión de dos metales) con el que se podían medir temperaturas de hasta 2000ºC.  

Como imaginarás, el iridio, o aleaciones de iridio con otros metales se utilizan en aplicaciones en las que se necesite aguantar mucho calor o corrosión: Piezas para motores de avión, tuberías de alta profundidad, bujías, baterías nucleares espaciales, cañones, crisoles, etc. O para aleaciones que, simplemente, aguanten mucho: Como la del prototipo internacional para el kilogramo y el metro, de la que hablaré en la entrada del platino pues contiene un 90% de éste metal. La mayor parte de iridio que se usa en el mundo está mezclada con platino precisamente por eso: Por su alta resistencia además de que le da una mayor facilidad para trabajarlo. 

Por último, y solo a modo de chascarrillo, hay unos satélites en el cielo que destacan porque de vez en cuando pueden verse como un pequeño destello en el cielo nocturno. Éstos, los aficionados a la Astronomía los conocemos, son los satélites iridium, que se llaman así porque en su día, la constelación estaba formada por 77 satélites. Son unos satélites de comunicaciones a nivel global. Puedes comprarte un teléfono que funcione con ellos y comunicarte en cualquier parte del mundo. 

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